Ariel Ardit: “Cada vez que te acercás, Gardel te dice: Pibe, retrocedé 500 casilleros.” (entrevista 19.10.2018)

Del “Boliche de Roberto” al Colón y al mundo. Así se podría resumir los casi veinte años de trayectoria de Ariel Ardit. Sin olvidar un alto en el camino en Medellín para rendirle un homenaje a su amado y venerado Carlos Gardel. Con casi 20 años de trayectoria, Ardit se ha presentado en los teatros de mayor prestigio del mundo, destacando entre sus espectáculos de más éxito de público el homenaje sinfónico a Gardel, el homenaje a Aníbal Troilo y el homenaje a los grandes cantores de la década del 40 del tango. En 2015 obtuvo el Premio Konex como Mejor Artista Masculino de Tango de la década. En 2015 y 2017 ganó el Premio Carlos Gardel como Mejor Artista Masculino de Tango, y obtuvo también dos nominaciones a los Latin Grammy. Una entrevista profunda en la que Ardit nos brinda los detalles de los detrás de la escena de su gran trayectoria.

Ariel Ardit en su presentación en Tango Vivo Barcelona, acompañado por Alejandro Di Constanzo en piano (octubre 2018).

Hola Ariel, buenos tardes. Te cuento que entre nuestros lectores hay muchos artistas, muchos amantes del tango, así que vamos a suponer que ya saben quién es Ariel Ardit, y en lugar de hacerte repasar toda tu carrera, vamos a intentar conocerte un poco más a fondo, a partir de ciertos detalles. 

¡Dale!

Te escuché decir muchas veces que vos cantás por Gardel, por tu admiración a Gardel…  Yo canto tango por Gardel.

¿Por qué Gardel? ¿Qué te atrapó de él?  

Yo vengo de una casa en la que son todos cantantes. Mi mamá (Adriana Oviedo) cantaba folklore, mis tíos que eran actores cómicos también cantaban folklore, seriamente, mi abuela cantaba, … incluso mi tío abuelo que fue contador y marino cantaba hermoso y tocaba la guitarra como un fenómeno. Entonces, un día, un viernes de esos que nos reuníamos en familia, jugando al truco, se escuchaba a Gardel de fondo, como tantos otros viernes, pero, en esa ocasión, yo ya estaba estudiando canto lírico y, de repente, pensé: “este hombre canta lo que yo estoy tratando de aprender con el profe”. Paré la oreja y ahí empecé a descubrirlo.

¿Ahí entendiste por qué cada día canta mejor? 

Ahí, empecé (lo dice con mucho énfasis) a darme cuenta, porque es hasta el día de hoy que le sigo descubriendo cosas. El que es fanático de Gardel, no termina de descubrirlo nunca.

¿Seguís descubriendo matices en Gardel cada vez que lo escuchás? ¡Sí! Lo dije cuando le hice el disco homenaje: Gardel es como un espejismo, uno siente que progresa mucho, pero cuando crees que ya lo estás haciendo muy bien, que ya estás ahí… entonces escuchás un tema de Gardel, medio tema no más, y sentís: “Pibe, ¡Mejor retrocedé 500 casilleros y volvé a empezar!”Es tan grande porque es muy sutil, no se ve, hasta que acercás la mirada, entonces ves que Gardel siempre es más, no un poquito, mucho más. Cuando lo desmenuzás podés ver que tiene cosas medio indescifrables que te parece que se escuchan de una forma, pero cuando las volvés a escuchar después de años, tenés una visión distinta. Con Osvaldo Peredo, mi amigo y cantor de tango, decimos que Gardel sigue grabando a escondidas, que está en algún lugar grabando y va cambiando las canciones. Siempre hay una posibilidad de escucharlo mejor, y esa posibilidad te hace crecer.La verdad es que el tango para mí es una consecuencia de Gardel. La gente del tango lo puede interpretar mal, no me molesta; pero yo canto tango porque él cantaba tango. Si Gardel hubiese sido un cantante de flamenco, yo hubiera cantado flamenco.

Lo que te atrapó fue Gardel, no el tango.

Seguro. Por supuesto que después descubrí el tango y es un género que a mí me justifica como cantante. No me saldría mejor ninguna otra música. Pero es por Gardel. Es que no te puede no gustar Gardel. Al tipo que no le gusta Gardel, en algo es mal tipo. Estoy seguro. Habla mal de él. Hay algo que no está bien.

Yo siento una fascinación por Gardel como por nadie. Mirá, yo soy católico, tomé la comunión, la confirmación, y creía en Dios, pero, poco a poco, dejé de ir a las iglesias. Para mí la religión es una manifestación necesaria de la fe. Mi abuelo decía que vos tener que creer en algo, aunque sea en un palito. Y tenía razón, vos la fe la tenés que depositar en algo, en alguien, porque si no te explota dentro, eso necesita tener un cauce, ese es el sentido de la religión. Bueno, sin darme cuenta, desde hace un tiempo, cuando deseo pedir algo se lo pido a un señor engominado que canta tango.

No sólo eso, sino que además te has encargado de saldar las cuentas pendientes que tenía la vida con Gardel. Le hiciste un concierto homenaje para el 80 aniversario de su muerte en el mismo aeropuerto de Medellín, y después llevaste ese homenaje al Colón, donde Gardel no pudo estar.

Exactamente, pero con mucho respeto. Pensá que yo no canté a Gardel hasta después de muchos años de trabajo. Cuando empecé a cantar con “El Arranque”, no hacía ninguno de sus temas. Después grabé un disco con guitarras y no es un disco homenaje a Gardel. Después grabé los discos con mi orquesta y tampoco hice alusión a Gardel…. Lo de hacerle un homenaje a Gardel vino cuando yo pude decir; “ahora me animo a hacerle este homenaje, ahora me la banco”.

¿Y ahora te plantearías cantar otra cosa que no fuera tango?

A veces me tienta cantar otra cosa que no sea tango.

¿Volverías a la idea del canto lírico u otro género?

Me gusta cantar folklore, me gusta cantar bolero y el canto lírico me encanta. De hecho, tengo pensado hacer un disco que se llamará “De punta a punta” en el que quiero cantar una zamba, una chacarera, una tonada, un tango, una canción, una balada…, un disco con los distintos ritmos de Argentina.Uno es inquieto y no puede quedarse haciendo siempre lo mismo. Yo siempre me pregunto dónde me quiero ver en 10 años. Imaginarme haciendo lo mismo, no me divierte mucho. A veces incluso siento que me aburro de seguir haciendo lo mismo y, me preocupa; porque cuesta tanto alcanzar un lugar, consolidarlo, pero yo necesito que las cosas se muevan. Aunque, a pesar de todo, cada vez me siento más del tango. Yo soy esto”, digo.

¿Necesitás probar cosas nuevas para que la capacidad creadora no se muera…?

Sí, si no uno se empieza a aburguesar, perdés el entusiasmo. A mí me encanta cuando me transpiran las manos. Cuando estoy preparando algo nuevo y tenés esa sensación que no te deja dormir. Esa adrenalina no la quiero perder.

¿Y cómo elegís las canciones? ¿Cómo decidís el próximo disco?

Primero pienso en un repertorio de una manera conceptual.

¿Cómo el mensaje que querés que el disco transmita como un todo?

Sí, exacto. Y a partir de ahí, una vez definido el concepto-disco, empiezo a elegir canciones. Hay algunas que te gustan hace, quizás, veinte años. Otras veces, necesitás empezar a buscar nuevas para completarlo, siempre dentro de un mismo concepto. Y también ocurre que hay muchos tangos que están ahí, que los escuchaste siempre por otros, y que hasta ahora no se te ocurrió que podías cantarlos vos, hasta quelavivencia te va acercando más. Por ejemplo, “Fuimos”, es un tango que siempre escuché por otros y, aunque me gustaba, me parecía que no era para mí, como que era algo que le pasaba a otro tipo, lo sentía lejano. Pero un día me separé. Me separé de la mujer que más amé en mi vida, y entonces empecé a cantar “Fuimos”. Y no es que dije “voy a cantar Fuimos”, me descubrí (con énfasis) cantando “Fuimos”, y me pregunté, ¿de dónde lo traje?… Y, claro, después me di cuenta.

De golpe -y como un golpe-, la letra resonó distinto dentro tuyo

Sí. Y como antes no, no me hacía falta cantarla. No cantaría nada que no me cause algo. No me gusta cantar por cantar, porque me aburro yo.

Necesitás conectar con la canción desde tu propia vivencia.

Sí, inclusive desde lo cómico o lo burdo. Puede ser algo que en principio parece que no tiene que ver con vos, pero en ese contraste algo tuyo encontrás. O tal vez aquello que no querés mostrar de vos mismo.

¿Y cómo hacés para cantar “Lejos de Buenos Aires”? Una vivencia que no tenés.

Lejos de Buenos Aires es una vivencia que yo no tengo todavía en carne propia, pero sí tengo grabado a fuego lo que me contaron todos los tipos grandes de cómo es estar lejos de Buenos Aires.

¿Cómo definirías ese sentimiento?

Es una nostalgia con cierto resentimiento porque se extraña algo que ya no existe, que ya no es así. Por ahí, ese mismo tipo que se siente nostálgico estando afuera, cuando está en Buenos Aires, está todo el tiempo renegando de Buenos Aires.

Yo cada vez la extraño más. Y mientras más conozco otras ciudades, más me siento parte de ella. Es un sentimiento muy porteño, y mirá que soy de Córdoba y adoro Córdoba, pero no siento esto. En Buenos Aires tengo mi vida, ahí me pasaron las cosas más lindas. Y las más feas, o las más tristes también… No me imagino viviendo en ningún lugar del mundo que no sea Buenos Aires. Así sea la peor situación histórica, yo quiero vivir en Buenos Aires

Juan José Saer decía: Signo, modo o cicatriz, lo arrastro y lo arrastraré conmigo donde quiera que vaya. Más todavía, aunque intente sacudírmelo como una carga demasiado pesada, en un desplante espectacular, o poco a poco y subrepticiamente, en cualquier esquina del mundo, incluso en lo más imprevisible, me estará esperando. Era mi lugar: en él muerte y delicia me eran inevitablemente propias…” 

¡¿Viste?!

¿Qué es lo que extrañas?

El famoso no sé qué

“Las tardecitas de Buenos Aires tiene ese ¿qué se yo? … ¿viste?…”

(risas)

¿Y cómo va el tango fuera de Buenos Aires? Parece que cada vez se escucha más tango, se baila más tango. Hay quienes dicen que el tango en los próximos años va crecer más fuera de Buenos Aires que en Buenos Aires… ¿Vos qué pensás de eso?

Mirá, a lo mejor puede resultar agresivo el que sea tan categórico, pero para mí el tango es Buenos Aires. Sucede en Buenos Aires, se vive en Buenos Aires, se hace, crece y se reproduce en Buenos Aires. Todo lo demás está buenísimo, es lindísimo ver crecer el tango en otros lugares del mundo, pero cuando una orquesta quiere crecer, se instala en Buenos Aires; porque quien justifica tu trayectoria, tu trascendencia en el tango, es el público de Buenos Aires. Así vos vivas todo el año de gira, y ganés un montón de plata y te llenés de euros, todo eso necesita justificarse en Buenos Aires. Yo no me voy a ir nunca de Buenos Aires. Puedo vivir de gira, pero la base es Buenos Aires. Porque además canto en este idioma y yo entiendo que, así como uno es lo que come, uno canta lo que vive y el tango se canta como se vive en Buenos Aires.

Hiciste un disco tributo a los cantores de la generación del 40. ¿Por qué un tributo a ellos? ¿Qué te gusta especialmente de ellos?

Hay un tango que dice: “Se ha quedado roto mi castillo de cristal, dejame hacer un Dios con sus pedazos”. Si Gardel fuese un dios de cristal y lo rompés, los pedacitos son todos los cantantes del ’40.Cuando me metí con los cantores del ’40 me volví loco. El cantor del ’40 tiene la mesura. No tiene ese histrionismo un tanto burdo que tuvieron después los cantores de tango, no lo necesitaban porque tenían la orquesta que ya daba el marco y, entonces, el cantor era la frutillita … y esa delicadeza a mí es la que más me gusta del canto y en eso, para mí, tienen algo de Gardel.

Sí, la misma sutileza que destacabas de Gardel… ¿Y por qué un homenaje a Troilo?

Yo admiro a todas las personas que admiran a Gardel y a Troilo lo siento muy, pero muy, cercano a Gardel. De hecho, en muchas biografías él decía que quería que su orquesta sonara como las guitarras de Gardel. Entonces, ¿Por qué Troilo? Porque es una consecuencia natural. Es Gardel, y después Troilo. No hay manera que alguien te diga “me gusta Gardel y no me gusta Troilo”. O al revés. Porque en estética, y en definición, te diría que son lo mismo.Troilo es para mí el Gardel de los músicos. Él logró que su orquesta, como ninguna otra, acompañara a los cantores como las guitarras a Gardel. La orquesta de Troilo, sobre todo en la primera mitad del ’40, le da un lugar al cantante para que comunique la letra. Ni siquiera la voz del cantor, la letra. Por eso con Troilo todos los cantores han logrado su mejor versión. Ninguno logró, fuera de la orquesta de Troilo, algo mejor. Diferente sí, pero así en ese punto de mesura, nadie. Por ejemplo, con Rivero, cuya fama vino mucho después; Troilo logró que cante como un elefante caminando en un piolín. Y de todos los cantantes que tuvo Troilo, el mejor, fue Troilo. Hay grabaciones de “La Cantina”, en Uruguay, en las que canta con una vocecita media disfónica que cuando la escuchás decís. “Claro, por eso cantaban bien todos sus cantantes. Él sabía cómo guiarlos”.

De todos los escenarios, en los que actuaste ¿cuál fue más el más conmovedor? ¿El Boliche de Roberto (donde debutó), el homenaje a Gardel en Medellín, ese homenaje en el Colón, o cantar con tu mamá en el escenario?

El Homenaje a Gardel. Sin dudarlo. De alguna manera es una pena, si me miro de afuera, ese es el final de la película.

Justificaba el camino.

¡Sí! No creo que como el artista que soy vaya a hacer nada más importante que eso. Los días previos no podía dormir, y además estaba muy sensible, hacía las entrevistas y me largaba a llorar, porque era muy fuerte.

Era toda tu trayectoria ahí.

Además, era sostener un producto como productor después de haber convencido a mucha gente. Convencer a los colombianos que justificaba gastar toda esa plata, movilizar la filarmónica de Medellín, a la Televisión Pública para que lo televisara en directo para Argentina, y a Telemedellín también. A Teresa Parodi que nos ayudó con una parte de los pasajes,… , todo por un producto que era yo, cantando. Y era toma única. Era una cosa tremenda, no lo había hecho nunca, en ningún otro lado. Yo no quería aflojar, pero cuando aflojaba, lloraba.

Te escuché decir una frase muy bonita de ese homenaje, que era “hacer despegar ese vuelo que nunca llegó a destino…”

Se me ocurrió que para homenajear a alguien que murió ahí, había que buscarle una vueltita, más romántica quizás, no pensar en la celebración de la muerte como algo terrible, sino transmitir que algo continúa…

Desde luego, Gardel pasó a la inmortalidad cuando su nombre es una metáfora de tantas cosas en el lenguaje.

Y sí, yo sentía eso, que Gardel no había muerto ahí. Si hubiese muerto ahí, nadie estaría hablando de Gardel hoy, y haciéndole un homenaje 80 años después. Entonces se me ocurrió hacer un pequeño montaje con una imagen del mismo tipo de avión en 3D, despegando, mientras se escuchaba el ruido del motor -conseguí el sonido del mismo motor, del mismo avión-, y yo decía que para mí Gardel sí había despegado en ese vuelo, y con él tomaba vuelo el tango. Se apagaban las luces, se escuchaba ese motor… brrrrmmm… y empezaba “Volver”… “¿Cómo hago para no llorar?”, pensaba yo antes, pero me pasó algo… fue como si todo ese show se me pasara en cámara lenta…

¿Y por qué sinfónico?

Y bueno, se remonta a varias situaciones que había vivido en mi pasado. Primero, en el año 95, cuando yo todavía no cantaba tango, vi un homenaje a Gardel transmitido desde Toulouse, en un lugar hermoso que el año pasado fui a conocer, con una sinfónica y Pane, Marconi y Garello como bandoneonistas, pero nadie que cantara. Y pensé: “¡Qué raro, un homenaje a Gardel y nadie que cante!”. Después, cuando conozco Medellín en el 2013 le pregunto a la directora del Aeropuerto “¿Cuál es el lugar dónde murió Gardel?” Y me dice que no lo tienen señalado porque eso era un aeropuerto y no se podían hacer señalizaciones fuera de las necesarias. Y yo le digo. “Disculpame, no lo tomés a mal, en el mundo a Medellín lo conocen por dos cosas: una es muy buena, Gardel; y la otra es muy mala… ¿No te parece que tendríamos que hacer algo para priorizar que a Medellín se le asocie más con algo bueno? …”Mucho no le gustó, y, entonces, le dije: “Si te animás a hacerlo, yo me ofrezco gratis a cantar en un homenaje a Gardel acá…”Y ahí fue donde yo mismo me dije ¿Y si le organizo yo el homenaje? Además, en las películas, Gardel aparecía con orquestas, en parte porque competía con películas en las que salían orquestas como las de Bill Crosby. Y también porque le encantaba la ópera. La primera vez que vine a Barcelona descubrí que había cantado como el segundo del gran tenor Miguel Fleta. Fui a conocer el teatro en el que había actuado Gardel; y tuve la suerte de conocer al dueño, que era el nieto del que había sido el dueño en la época que actuó Gardel, y me mostró los afiches de aquella actuación. Ahí vi que Gardel había sido el segundo Miguel Fleta. Y cuando junté todos estos recuerdos, lo vi claro: A Gardel le hubiese encantado cantar con una sinfónica. Un homenaje a Gardel tenía que ser sinfónico.

Ariel Ardit con Flavia Mercier en la previa a su concierto en Barcelona (octubre 2018), tras terminar la entrevista.

Digamos, que tu motor es tu deseo, pero lo vas reconociendo en cosas que te pasan, que te conmueven… Sí, yo ya lo tenía, pero es cierto que desde aquel homenaje que yo vi en el ’95 y ese viaje a Medellín en el 2013, pasó mucho tiempo. Es como que ese deseo estaba guardado, hasta que, al estar en Medellín, hizo click.

Bueno Ariel, lo dejamos acá, dejemos a ese “click” seguir resonando para nuestros lectores … Por mi parte sólo queda agradecerte por esta entrevista. Muchas gracias

Ariel Ardit canta tangos por Gardel. No por el mito, sino por aquello que, en sus palabras, simboliza una suerte de espejismo que cada vez que cree alcanzar se le escapa como el final de un camino que aún le resta por hacer. Preso de un verdadero encantamiento por la virtuosidad de Gardel, Ariel Ardit ama en Gardel, más que a Gardel, la voz de Gardel.

Por otro lado, consciente inconscientemente, es un artista que causa efecto. La gente resalta, al final de sus espectáculos, además de su voz, su cercanía y su saber hacer de cada tango un lugar donde reconocerse. Por la forma en que cuida cada detalle de sus presentaciones, parece encontrar placer en causar ese efecto. Quizás ese mismo placer es lo que le permite estar en posición de recibir los efectos de lo que encuentra por azar. Se encuentra con un afiche que testimonia el deseo de su ídolo por la lírica, y ese espejo refleja su propio deseo por la lírica que le anima a aportar a aquel concierto que había visto tantos años antes, la voz que le faltaba. Justamente la voz, aquel objeto de deseo que intenta atrapar al escuchar a su ídolo. Esa voz parece ser un objeto atrayente y enigmático a la vez, tal que enlaza su deseo cual un anzuelo, y al que va descubriendo capa a capa en cada vuelta que hace sobre el mismo, y sobre él mismo.

¿Hasta dónde estará dispuesto Ariel Ardit a llevar estos efectos, o, a dejarse llevar por los efectos del azar que le conmueven? ¿Fue el Homenaje a Gardel, el final que debía tener su película -como él dijo-, o estamos ante el comienzo de una nueva? En ese homenaje levantaba vuelo un avión que en el pasado no había llegado a destino. Esa forma de transformar un duelo en producción artística nos dice que hay un artista y que, como tal, sabrá reinventarse, junto con su deseo, para recibir los efectos del azar que está esperando sorprenderle en cualquier esquina.

Flavia Mercier

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