“CANCIÓN PARA VOLVER A CASA” de Denise Despeyroux por T de Teatre.

Renata vuelve a la que había sido la casa de su madre en plena crisis existencial, y allí intenta retomar la amistad con Rita y con Greta que 26 años antes había quedado trunca. Desde entonces las tres han abandonado sus carreras de actrices y la potencia de la alegría que en el escenario encontraban. Mientras Renata tiene por delante la tarea de elaborar un duelo, Rita y Greta intentan encontrar algo que las rescate del impasse en el que han quedado sus vidas desde aquel gran éxito de un dramaturgo escocés que ahora anuncia su retirada, y que tuvo a las tres como protagonistas. En medio de su reencuentro, se cruzan con Jonás, un hipnotizador que está pendiente de un juicio por un suceso grave; y que a su vez está acompañado por Valentina, su fiel y devota asistente. A partir del encuentro de los cinco personajes, los enredos, engaños, autoengaños y disparates se multiplican por minuto. El espectador asiste así a una obra que trata con gran humor las distintas formas que adquiere el malestar de la época; hasta que, inesperadamente, una catastrófica coincidencia arremete como un tifón en la escena y ya no hay engaño al que aferrarse…

Escena de «Canción para volver a casa». En escena de izq. a der. Àgata Roca, Marta Pérez y Mamen Duch. Fotografía de Noemí Elías.

Renata, vuelve a la casa materna con un duelo por elaborar, aunque quizás son más de uno los duelos que tenga por elaborar, según deja entrever la trama. Hay algo en este personaje que recuerda a tantos que se aferran a un pensamiento mágico para evitar tramitar aquellas pérdidas consustanciales a la vida, y sobre todo para evitar “desprender…se”. Horrorizados ante la eventualidad de un quebranto, fantasean con ver señales -como si de estrellas que iluminaran la nocturnidad de la vida se tratasen- en lo que en realidad sería necesario podar para que nuevos brotes emerjan.

Rita y Greta no están mejor que Renata. Solo están haciendo “lo que pueden” con sus vidas. Veintiséis años atrás las tres habían tenido mucho éxito como actrices y se ilusionaban con un futuro prometedor. Ilusiones que no incluían el límite con lo real y, por tanto, tampoco un saber-hacer con eso. Hoy por hoy, mientras una cree que unas oposiciones que nunca logra aprobar le aportaran la serenidad que parece irremediablemente haber perdido; la otra disfraza a unos animales domésticos de solución para colmar alguna suerte de vacío que no se termina de nombrar… La obra lo dilucidará a su debido tiempo.

Entonces, el azar que a veces resulta catastrófico -tal que su efecto desequilibra todo forzando a un nuevo equilibrio-, las pone enfrente de Jonás, un hipnotizador o ilusionista -o incluso un “engañador profesional”- y alguien muy atemorizado. Su fiel asistente, Valentina, le pide que no se victimice, pero tampoco sabe cómo frenarlo ni frenarse a sí misma en su empuje a acompañarlo en todo, sin importar el qué ni el cómo. Se suceden los enredos, engaños, autoengaños y disparates, hasta que, inesperadamente, una “catastrófica” coincidencia desata todos los nudos.

Escena de «Canción para volver a casa». En escena de izq. a der.: Mamen Duch, Àgata Roca, Carme Pla y Marta Pérez. Fotografía de Noemí Elías.

La obra aborda distintas formas del malestar que un sujeto puede experimentar cuando no logra responsabilizarse de su deseo; y apunta a mostrarnos cómo un instante basta para que la vida se desbarate, regalándonos, a modo de una gema, una pregunta que nos interpela “¿Quién puede definir con precisión el comienzo de algo?” Es decir, ¿Cómo saber cuándo se gesta lo catastrófico? ¿Cuál será el mal paso que terminará en desvío? ¿Qué y cómo hacer para que el inevitable encuentro con el azar no se precipite en tragedia, sino que pueda devenir hallazgo?

Denise Despeyroux

Divertida, sorprendente y muy inteligente, la pieza teatral escrita y dirigida por Denise Despeyroux y magistralmente interpretada por T de Teatre, con Mamen Duch, Marta Pérez, Carme Pla, Àgata Roca, y Albert Ribalta en escena, resulta una muestra del mejor teatro que hoy se puede ver.

Flavia Mercier

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